13 señales de que tu perro puede necesitar cirugía TPLO
Conoce las 13 señales más comunes que indican que tu perro podría necesitar una cirugía TPLO para recuperar la movilidad y aliviar el dolor.

¿Qué es la cirugía TPLO y por qué la necesitan los perros?
TPLO (Osteotomía de nivelación de la meseta tibial) Es un procedimiento quirúrgico que se utiliza para tratar las lesiones del ligamento cruzado craneal (LCC) en perros. El LCC es uno de los ligamentos clave que estabilizan la articulación de la rodilla. Cuando se rompe —a menudo debido a un movimiento brusco o al desgaste prolongado—, el perro puede cojear, evitar apoyar la pata o mostrar signos de dolor y rigidez.
En lugar de reparar directamente el ligamento desgarrado, la TPLO funciona cambiando el ángulo de la tibia. Esto ayuda a evitar que el fémur se deslice hacia adelante, restableciendo la estabilidad de la rodilla. Una vez que el hueso se corta, se rota y se fija con una placa metálica, su perro puede comenzar a recuperarse.
La TPLO es una de las cirugías más efectivas para perros con lesiones del ligamento cruzado craneal (LCC). Ayuda a reducir el dolor, mejora la movilidad y favorece la función articular a largo plazo, especialmente en perros activos o de razas grandes.
Señales tempranas que podrías pasar por alto
Las lesiones del ligamento cruzado craneal (LCC) suelen comenzar con pequeños cambios en el comportamiento de tu perro. Estos signos son fáciles de pasar por alto, pero pueden indicar dolor o inestabilidad articular incipiente. Presta atención a lo siguiente:
Disminución del nivel de actividad o pereza repentina - Tu perro puede parecer más cansado de lo normal, dormir más o perder interés en los paseos. Esta disminución de energía podría deberse a molestias en la rodilla.
Falta de voluntad para jugar o moverse como de costumbre - Los perros con dolor articular incipiente pueden evitar jugar, correr o explorar. Si tu perro solía ser activo y de repente se muestra retraído, es señal de que algo podría estar mal.
Reticencia a saltar, correr o subir escaleras - El dolor en la articulación de la rodilla puede dificultar saltar o subir escaleras. Dudar al subir escaleras o evitar los muebles son síntomas comunes de una lesión del ligamento cruzado craneal (LCC).
Detectar estos cambios sutiles a tiempo puede ayudarte a recibir la atención adecuada antes de que la lesión empeore.
Signos moderados que indican molestias articulares
A medida que progresa una lesión del ligamento cruzado craneal (LCC), su perro puede empezar a mostrar signos de molestia más evidentes. Estos signos suelen aparecer durante el movimiento o el reposo y son más fáciles de detectar que los síntomas iniciales. Esto es lo que debe observar:
Postura sentada incómoda - Los perros con dolor de rodilla suelen sentarse con una pata estirada hacia un lado en lugar de recogerla debajo del cuerpo. Esto ayuda a evitar la presión sobre la articulación dolorida.
Rigidez y dolor en las patas traseras, especialmente después del reposo.Tras estar tumbado un rato, es posible que a tu perro le cueste levantarse o que camine con rigidez los primeros pasos. Esta rigidez suele mejorar con el movimiento, pero reaparece tras el descanso.
Cojera ocasional - La cojera puede ser intermitente, sobre todo después de hacer ejercicio o caminar mucho. Algunos días pueden sentirse mejor que otros, pero esta inconsistencia es un síntoma de problemas articulares.
Marcha “tocándose los dedos de los pies” - Es posible que, al caminar, su perro apoye ligeramente solo los dedos de la pata afectada en el suelo, sin ejercer todo su peso. Este es un síntoma común de dolor de rodilla.
Estos síntomas indican que la articulación está sometida a estrés y puede necesitar atención médica.
Signos avanzados que pueden requerir cirugía
Cuando el ligamento cruzado craneal (LCC) se rompe por completo o sufre daños graves, los síntomas se agravan y son más difíciles de ignorar. Estos síntomas avanzados suelen indicar inestabilidad articular y que puede ser necesaria una cirugía como la osteotomía tibial de nivelación de la meseta (TPLO) para una correcta recuperación. Preste atención a lo siguiente:
Apoyo parcial del peso sobre una pata trasera - Es posible que tu perro mantenga la mayor parte de su peso sobre una pata trasera, apoyándola en el suelo solo cuando sea necesario. Esto le ayuda a evitar el dolor causado por una rodilla inestable.
Cojera persistente o leve después del reposo -A diferencia de las etapas anteriores, la cojear no mejora con el movimiento. Es posible que tu perro siga apoyando menos la pata durante todo el día, especialmente después de dormir o tumbarse.
Dificultad para levantarse o sentarse - Levantarse se vuelve lento y doloroso. Tu perro puede cambiar de posición de forma extraña o necesitar ayuda para ponerse de pie.
Sonidos de chasquido o crujido en la rodilla- Estos ruidos pueden deberse a inestabilidad articular o a daños en el menisco y suelen indicar que la rodilla no funciona correctamente.
Hinchazón alrededor de la articulación de la rodilla - La zona puede verse hinchada o sentirse caliente al tacto. Esto puede ser un signo de inflamación o daño articular.
Atrofia muscular en una pierna - Es posible que notes que un muslo parece más pequeño que el otro. Esto ocurre cuando la pierna no se usa con normalidad durante un tiempo prolongado.
Su veterinario deberá evaluar estos signos para decidir si la cirugía es la mejor opción.
¿Cuándo visitar al veterinario?
Si tu perro muestra signos como cojera, rigidez, dificultad para levantarse o que solo apoya las patas en el suelo, es hora de llevarlo al veterinario. No ignores los cambios repentinos en su actividad, el dolor o el uso de las patas, sobre todo si los síntomas no mejoran en unos días. Un tratamiento temprano puede prevenir daños mayores y favorecer una mejor recuperación.
Durante la exploración, el veterinario revisará la pata de su perro para detectar hinchazón, dolor, amplitud de movimiento y estabilidad articular. Puede que realice una prueba de cajón para evaluar posibles daños en los ligamentos. En algunos casos, es necesario sedar a su perro y realizar radiografías para descartar problemas óseos o confirmar una rotura del ligamento cruzado craneal (LCC).
Su veterinario le explicará las opciones de tratamiento, que pueden incluir reposo, medicamentos o cirugía, según la gravedad de la lesión. Un diagnóstico preciso a tiempo puede marcar una gran diferencia en el bienestar y la movilidad a largo plazo de su perro.
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Conconclusión
Las lesiones del ligamento cruzado craneal (LCC) en perros pueden comenzar con signos leves como menor actividad o cambios en la postura. A medida que la lesión empeora, síntomas como cojera, rigidez o que el perro toque el suelo con los dedos se vuelven más evidentes. En etapas avanzadas, el perro puede evitar usar una pata, presentar hinchazón o atrofia muscular; todos estos signos pueden requerir cirugía.
La buena noticia es que actuar a tiempo puede prevenir daños articulares a largo plazo. Estar atento a los cambios de comportamiento y acudir al veterinario cuanto antes puede acelerar la recuperación y obtener mejores resultados. Aunque el chasquido o la cojera parezcan leves, siempre es recomendable consultar con el veterinario.
La cirugía TPLO suele ser muy exitosa para restaurar la movilidad y el bienestar. Con los cuidados y el seguimiento adecuados, la mayoría de los perros vuelven a su vida normal y activa. Confía en tu instinto: si notas algo extraño en la pata de tu perro, actúa cuanto antes. Esto puede marcar la diferencia en su recuperación.
Preguntas frecuentes
¿Cuál es el signo más común que indica que un perro necesita una cirugía TPLO?
El signo más común es una cojera persistente en una de las patas traseras, especialmente después de la actividad o el descanso. Muchos perros también presentan signos como tocarse los dedos de las patas, rigidez o reticencia a saltar o correr. Estos signos suelen indicar una rotura del ligamento cruzado craneal (LCC), que la cirugía TPLO ayuda a corregir.
¿Estos síntomas pueden aparecer repentinamente o lentamente con el tiempo?
Sí, los síntomas pueden presentarse de ambas maneras. Algunos perros cojean repentinamente después de correr o saltar, mientras que otros desarrollan los síntomas gradualmente. Es posible que primero notes una disminución de la actividad, dificultad para subir escaleras o una postura inusual al sentarse. Tanto los cambios repentinos como los graduales pueden indicar problemas articulares y deben ser revisados por un veterinario.
¿Cojear es siempre un signo de lesión del ligamento cruzado craneal?
No siempre. La cojera puede deberse a muchas causas, como esguinces, distensiones musculares, artritis o lesiones en las patas. Sin embargo, una cojera prolongada o recurrente, sobre todo en perros grandes o activos, suele indicar una rotura del ligamento cruzado craneal (LCC). La mejor manera de determinar la causa exacta y descartar otros problemas es mediante una revisión veterinaria.
¿Cómo diagnostica un veterinario una rotura del ligamento cruzado craneal?
El veterinario realizará una exploración física para comprobar la estabilidad articular y el dolor. Puede utilizar la prueba del cajón o la prueba de empuje tibial para detectar inestabilidad. En ocasiones, es necesaria la sedación para mayor precisión. Las radiografías ayudan a descartar fracturas y a confirmar la inflamación o artritis relacionadas con lesiones del ligamento cruzado craneal.
¿Qué sucede si retraso la cirugía TPLO?
Retrasar la cirugía TPLO puede provocar mayor daño articular, aumento del dolor y empeoramiento de la cojera. Cuanto más tiempo permanezca inestable la rodilla, mayor será el riesgo de lesión de menisco y artritis. La cirugía temprana le brinda a su perro la mejor oportunidad de una recuperación completa y ayuda a prevenir complicaciones a largo plazo.
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